Se siente joven y no cree que exitoso sea una palabra que combine con su nombre. Sin embargo, está satisfecho con su pasado. En un momento se define como "un autor de libros", pero también podría ser un filósofo o un empresario filósofo (como rezaba un generador de caracteres durante una entrevista televisiva).
Fernando Flores puede ser descrito como un talquino corto de genio, como un ingeniero civil de la Católica -"estudié la ingeniería de verdad"- o como el tres veces ministro de Salvador Allende. Pero también puede ser el exiliado o el ex prisionero político que conoció a Humberto Maturana en Tres Alamos. "Allí fue mi alumno", dice Maturana ahora, sin querer agregar ni una sílaba más.
Una biografía poco común en la que no hay matices. Amigo de gobernantes, millonarios y pensadores, Flores se mueve en tantas áreas que en algunos grupos provoca suspicacia, "su forma de abordar a Heidegger trivializa la filosofía", opina Gustavo Cataldo, quien no le desconoce el mérito que tiene de ser escuchado por las grandes empresas, líderes de todos los colores y no pocos académicos. "Puede que llene los vacíos discursivos de algunos", afirma un antiguo colaborador.
Frente a esto, Fernando Flores un poco se ríe, otro gran poco se molesta. "Creo que la gente no tiene idea de lo que yo he hecho fuera de Chile. Lo primero que me dio fama fue Understanding Computerland Cognition (1987), que escribí con el profesor Terry Winograd". De ese libro Flores está más orgulloso que su relamido software "Coordinador", con el que no sabe si perdió o ganó dinero. "En Understanding Computerland Cognition reinterpretamos las redes computacionales y abrimos ese mundo para conectarlo con la filosofía". A partir de de esa publicación, "que se sigue vendiendo y que puedes conseguir en Amazon", estableció una metodología que "es la que se utiliza por ley en el sector público italiano".
Fernando Flores se doctoró en Filosofía del Lenguaje en Berkeley con la tesis "Inventando la empresa del siglo XXI". Hace una semana presentó "Abrir nuevos mundos", libro coescrito en inglés junto a charles Spinosa y Hubert Dreyfus, y recién editado en castellano por Taurus. Flores califica este libro como de filosofía-política y social, aunque, a decir verdad, parece un enemigo de las clasificaciones.
¿Cuál es la relación entre la empresa y la filosofía?
La empresa debe estar permanentemente reinterpretando la realidad y las tendencias del futuro. Para eso es necesario un análisis histórico y del lenguaje. ES de esa forma como se relacionan. Basta decir que el mayor consultor de empresas de Silicon Valley, Geoffrey Moore, es experto en las obras de Shakespeare. Por otra parte, como fenómeno histórico la empresa comenzó en el siglo XIX. Lo que hay de nuevo ahora es que todas las empresas son servicios. No hay ninguna compañía que esté dejando de pensar qué está haciendo la gente y cómo se satisface.
¿Tanto si se trata de una fábrica de chips como un exportador de frutas?
Todo es servicio. Si vendes frutas te van a preguntar por la higiene, por el empaquetamiento, etc. El gran cambio hoy día es que el producto estándar dejó de ser la clave; la clave ahora es que todo se diferencia y empaqueta. Todo se transforma en servicio.
Frente a esto, ¿qué le queda hacer a un país marginal, chico y pobre como Chile?
Dejar de serlo. Primero hay que arreglar lo de chico. Singapur es un país muy chico y hoy es líder en Asia. El capital está en la calidad de la gente.
Pero en el caso de Singapur es un país en el que no se cumple lo que uno esperaría de la democracia...
¿Y por qué tendría que ser así? ¿Quién dijo que la democracia es la única forma buena de gobierno en el mundo? ¿Quién le dice a los chinos cómo tienen que ser? La importancia está en la educación y en la calidad de la gente.
¿Y qué pasa con la solidaridad y la ciudadanía, temas centrales en su libro?
Si tú lees la primera página, te das cuenta de que lo que escribo es para el mundo occidental, no para ellos. Yo no me pondría a decir qué es bueno para los chinos, los asiáticos. Yo creo que la democracia puede ser muy mala para los países que están en una situación anárquica.
Las certezas y las críticas
Llegar a dedicarse a los negocios después de ser un hombre público de la Unidad Popular supone un cambio importante.
Todo esto es bullshit... Imagínate la cantidad de cambios que puede tener la gente a lo largo de su vida. ¿Quién no tiene cambios hoy día? El ser humano por definición está en el cambio histórico; ahora, el problema es cómo lo hace. Si no hubiera alguna continuidad en mi vida, no podría haber hecho lo que hice. Un cambio histórico no es una mutación desde la nada. Van ocurriendo a través de un camino que vas siguiendo; en parte es intencional y en parte contingente. Se va ajustando a la realidad que uno va viviendo.
Para muchos filósofos no es muy bienvenido esto de mezclar filosofía y empresa..
Esa es una tropa de pelotudos no más... Mira, Valdano, el famoso futbolista argentino, es abogado y ahora es consultor de empresas: A nadie se le ocurre decir ¡pero si era futbolista! Algo tiene que haber aprendido porque hoy le va bien en lo que hace. Muchos ven lo que estudian como una limitación. Que yo haya estudiado ingeniería no me impide estudiar filosofía; al contrario, me da una cierta ventaja.
En una parte de su libro afirma que los "filósofos tradicionales en vez de concentrarse en lo que ocurre en el día a día, nos dificultan la comprensión de estos hechos con su búsqueda permanente de un conjunto de principios que regirían el modo de hacer las cosas. ¿Quiénes son esos filósofos tradicionales?
Eso se refiere a la filosofía griega, aristotélica y todas sus derivaciones, además del cartesianismo.
¿Usted pertenecería a otra forma de abordar la filosofía?
Claro, nosotros somos gente -junto a los coautores de "Abriendo..."- con influencia heideggeriana, pero a la vez con una formación inicial muy distinta. Spinosa es un experto en literatura y Dreyfus un físico. Pero lo que tú me preguntas -si esta manera de hacer filosofía es más filosofía que la otra- es una interrogante constante entre los filósofos. En todo caso, lo importante no son las cosas que uno dice, sino las consecuencias de lo que se dice; ahí es donde se prueba todo. Por eso yo no separo la ingeniería de la filosofía.
Sucede que en ámbito académico chileno eso...
Sí, pero Chile es muy chico, y la gente se refugia en eso. Estados Unidos es más abierto y la gente puede tener dos carreras fácilmente.
A usted le preocupa mucho la educación, se compró un colegio y tengo entendido que ha invertido seis millones de dólares en él.
Sí, seis millones...
Aparte del acento en las tecnologías, ¿qué le hace falta a la educación?
Todo. Yo creo que el propósito de la educación está equivocado. La mayoría de la gente manda a los hijos para prepararlos para el futuro a través de conocimientos. Sin embargo, lo que sabemos del futuro es que es muy distinto al presente, y que todos los conocimientos ahora vigentes lo más probable es que van a estar obsoletos. Lo que debe hacer la educación es prepararlos para enfrentar un mundo que va a ser diferente, en el cual van a tener que ser innovadores más que ejercer conocimiento. También se debe hacer hincapié en una enseñanza histórica, pero no en el sentido de rememorar el pasado, sino en el de hacernos conscientes de que somos práctica histórica, de que las instituciones que tenemos, las costumbres más triviales son heredadas y pueden cambiar, aunque no necesariamente haya progreso en eso.
Ya que estamos hablando de educación, ¿qué le parece a usted la Reforma Educacional que se está llevando a cabo?
Desconozco el detalle. Compré el colegio para tener que ocuparme de eso.
¿A qué sector está orientado el colegio?
Yo quiero hacer un colegio para la clase media chilena -por eso está en Peñalolén-. Un colegio que la gente pueda pagar, y que prepare gente para ser emprendedores y líderes, yendo o no a la universidad
Imagen e identidad
Usted constantemente habla de los grandes cambios sociales y económicos y que para enfrentarlos el país debe dominar ciertas áreas específicas como la tecnología...
... Y la unidad nacional. El país debe tener una imagen que sea atractiva en el extranjero.
¿Abocarse a trabajar con la imagen del país?
No, con la identidad. La identidad tiene que ver con el ser, la imagen en cómo te ven. Son dos cosas distintas. Por ejemplo la compañía Nike andaba preocupada de su imagen y usaba a Michael Jordan para vender, pero por debajo estaba usando a menores de edad en sus fábricas de Vietnam. Cuando eso se descubrió la imagen colapsó y la identidad de mentiroso fue lo que permaneció.
Entonces Chile tiene que trabajar su identidad y no su imagen.
Hemos estado muchas veces trabajando las imagen.
¿La diferencia entre una empresa y un país es sólo su nivel de complejidad de organización?
No, los países no pertenecen al sistema de propiedad privada. El Estado regula la propiedad, pero yo no puedo comprar un cargo en el Estado ni puedo vender un país.
Rigidez y flexibilidad
Mientras leía su libro me surgía la interrogante de si se trataba de una publicación sobre organización empresarial o una publicación de filosofía. Una sensación ambigua.
Tú funcionas con un sistema muy rígido...
Puede que así sea...
Pero dime tú, la computación, ¿está cambiando la empresa, la política o la sociedad entera?
Supongo que la sociedad entera.
No, no me digas supongo. Tú sabes que no es supongo, eso es una mariconadita para no comprometerte en una cosa que es obvia. El tipo que inventó el computador no lo hizo pensando en eso. Al computador se le fueron agregando cosas. Si uno se pregunta: ¿Hay diferencia entre el computador y el teléfono?, la respuesta es sí y no. ¿Dirías que es ambigua la relación? El celular es una máquina de internet, transmisión de datos, y el computador a su vez está conectado a redes de comunicación.
Por otra parte, el tema del cambio en las organizaciones se aborda desde Heidegger, algo sorprendente, porque según entiendo Heidegger hace una crítica a este mundo de la técnica.
Si se lo lee bien, lo que Heidegger aborda es que el pensamiento moderno es técnico en toda su expresión y eso lo está encegueciendo respecto de ciertas posibilidades humanas más importantes. Heidegger no está hablando de la técnica como objeto, ni postula soluciones tontas como acabar con la energía eléctrica. El ataca otro tema, la forma de relacionarnos, cómo hemos cedido paso al pensamiento tecnocrático y no a la sabiduría, cómo el rol de la poesía se ha ido perdiendo... Martin Heidegger era un tipo conservador, nosotros, los autores del libro, no. Era un tipo que vivía en el ethos campesino de la selva negra, por eso recibió muy bien a Hitler, porque vio que venía a restaurar esa tradición alemana perdida. Eso no tiene nada que ver con nosotros que somos norteamericanos, o al menos en mi caso algo de norteamericano tendré con tantos años viviendo allá.
En este libro se habla del aspecto de la ciudadanía y la solidaridad. ¿Eso se puede ejemplificar con la necesidad de creación de organizaciones intermedias?
Este libro trata la solidaridad de un país más allá del nacionalismo estrecho. En el caso de estados Unidos, trata de cómo se da el hecho de que el respeto a ciertos valores o instituciones es lo que constituye el ser norteamericano, más allá de las prácticas culturales sociales distintas. Puedes encontrarte con un norteamericano mormón, negro, recién llegado. El problema de Chile es el de la falta de una cultura de la solidaridad entendida como patriotismo auténtico y no como nacionalismo chato, en el sentido de querernos, de reconocer que algo tenemos en común. Los sucesos del 73 y otros anteriores, al dividir el país tan gravemente en dos facciones, hicieron perder la solidaridad.
Pero Chile no está acostumbrado al pluralismo de un país multicultural y continental como Estados Unidos, país con el que usted parte su ejemplificación.
No a ese nivel, pero hay grupos como los mapuches, que no se sienten totalmente integrados a este país. Existen problemas crecientes de desigualdad y disminución de la clase media en términos tradicionales. Uno de los fenómenos fundamentales de Chile fue lo que ocurrió a principios de siglo con la educación pública y el rol de la Universidad de Chile.
¿Debería activarse por ese lado el rol ciudadano y solidario que usted postula?
No. Creo que nosotros deberíamos honrar los valores que compartimos más allá de ser de izquierda o derecha y que debiéramos hacer política en las cosas que tenemos ordenación de valores diferentes: quiero más o menos impuestos, más o menos ayuda a la ecología, pero siempre en el entendimiento de que ciertos valores compartidos no los vamos a poner en discusión.
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